La recreación cristiana | Joyas de los Testimonios 1


 He estado pensando en el contraste que habría entre nuestra reunión de hoy aquí y las reuniones que celebran generalmente los incrédulos. En vez de hacer oración y mencionar a Cristo y las cosas religiosas, se oirían risas torpes y conversaciones triviales. Su objeto sería pasar momentos alegres. La reunión comenzaría con insensatez y terminaría con vanidad. Nosotros queremos que estas reuniones sean dirigidas de tal manera, y que nosotros nos conduzcamos de tal modo que podamos volver a nuestros hogares con una conciencia libre de ofensa contra Dios y el hombre, con el conocimiento de que no hemos herido en nada a aquellos con quienes nos hemos asociado, ni hemos ejercido influencia perniciosa sobre ellos. {1JT 279.1}

En esto fracasan muchos. No consideran que son responsables de la influencia que ejercen diariamente; que deben dar cuenta a Dios de las impresiones que causan y de la influencia que difunden en todo su trato de la vida. Si esta influencia es tal que tienda a apartar de Dios la mente de otros y atraerlos hacia la vanidad y la insensatez, induciéndolos a buscar su propio placer en diversiones y complacencias insensatas, tendrán que dar cuenta de ello. Y si estas personas son hombres y mujeres de influencia, si su posición es tal que su ejemplo afectará a otros, recaerá sobre ellos un pecado mayor por no regir su conducta de acuerdo con la norma bíblica. {1JT 279.2}

La ocasión que estamos celebrando hoy concuerda precisamente con mis ideas acerca de la recreación. He procurado*exponer mis opiniones al respecto, pero es más fácil ilustrarlas que exponerlas. Estuve en este terreno hace más o menos un año, cuando había una reunión similar a ésta. Casi todo transcurrió muy agradablemente entonces, pero había algunas cosas que objetar. Algunos se entregaron a muchas bromas. Todos no eran observadores del sábado, y se manifestaba una influencia que no era tan agradable como podríamos haber deseado. {1JT 279.3}

Pero creo que aun mientras estamos procurando refrigerar nuestros espíritus y vigorizar nuestros cuerpos, Dios requiere de nosotros que empleemos todas nuestras facultades en todos los momentos con el mejor propósito. Podemos asociarnos juntos como lo hacemos hoy, y hacerlo todo para gloria de Dios. Podemos y debemos dirigir nuestras recreaciones de tal manera que nos dejen más idóneos para desempeñar con éxito los deberes que nos incumben, y para que nuestra influencia sea más benéfica sobre aquellos con quienes tratamos. Tal debiera ser especialmente el caso en una ocasión como ésta, que debiera alegrarnos a todos. Podemos volver a nuestras casas con el espíritu animado y el cuerpo refrigerado, preparados para reanudar el trabajo con mejor esperanza y más valor. {1JT 280.1}

Creemos que cada día de nuestra vida es nuestro privilegio glorificar a Dios aquí en la tierra; que no hemos de vivir en este mundo simplemente para divertirnos y agradarnos a nosotros mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad, para ser una bendición para todos. Y si dejamos que nuestro espíritu se rebaje al nivel en el cual muchos de los que procuran solamente la vanidad y la insensatez permiten que se espacie el suyo, ¿cómo podemos beneficiar a la sociedad, a nuestra especie y generación? No podemos dedicarnos inocentemente a cualquier diversión que nos incapacite para el más fiel desempeño de los deberes comunes de la vida. {1JT 280.2}

Queremos buscar lo elevado y hermoso. Queremos desviar la mente de lo superficial, vano e inestable. Lo que deseamos es obtener nuevas fuerzas de todo aquello en lo cual participemos. De todas estas reuniones destinadas a la recreación, de todo trato agradable, queremos obtener nueva fuerza para llegar a ser mejores hombres y mujeres. De toda fuente posible adquiramos nuevo valor, nueva fuerza, nuevo poder, a fin de elevar nuestra vida a la pureza y la santidad, y no descender al bajo nivel de este mundo. {1JT 280.3}

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