El Espíritu Santo no tiene nada que ver con ese desorden perturbador y esa barahúnda que me fueron mostrados en enero pasado.
Satanás trabaja en medio del estruendo y de la confusión producida por esa clase de música, la cual, si fuera dirigida debidamente, serviría para alabar y glorificar a Dios. El diablo hace que tenga el mismo efecto que la mordedura ponzoñosa de la serpiente.
Las cosas que han ocurrido en el pasado también acontecerán en el futuro. Satanás convertirá la música en una trampa, debido a la forma en que es dirigida. Dios exhorta a su pueblo, que tiene la luz ante sí en la Palabra y los testimonios, a que lea y considere, y luego que obedezca. Se han dado instrucciones claras y definidas a fin de que todos comprendan. Pero la comezón que experimentan ciertas personas por originar alguna cosa nueva, determina el surgimiento de doctrinas extrañas y destruye en gran medida la influencia de aquellos que podrían ser un poder para realizar el bien, si mantuvieran firme su confianza en la verdad que el Señor les ha dado. Carta 132, 1900; Mensajes Selectos 2:43. (Énfasis añadido.)
Estas personas [en Indiana] fueron arrastradas por un engaño espiritista.—El Evangelismo, 432.
El ruido no es evidencia de la santificación
El Señor me ha indicado que este movimiento de Indiana es del mismo carácter que han tenido los movimientos en los años pasados. En vuestras reuniones religiosas ha habido contorsiones físicas similares a las que he presenciado en relación con aquellos movimientos del pasado.[…]
Había mucha excitación, con ruidos y confusión. No era posible captar claramente lo que estaba ocurriendo. Algunos parecían estar en visión y caían al suelo. Otros saltaban, danzaban y gritaban […].
La forma en que se han celebrado las reuniones en Indiana, con ruido y confusión, no las recomienda a las mentes concienzudas e inteligentes. Estas demostraciones no contienen nada capaz de convencer al mundo de que poseemos la verdad. El ruido y el alboroto, en sí mismos, no constituyen ninguna evidencia en favor de la santificación, o del descenso del Espíritu Santo. Vuestras demostraciones extravagantes crean únicamente disgusto en las mentes de los no creyentes. Cuanto menos haya de esta clase de demostraciones, tanto mejor será para los participantes y para el pueblo en general.[…]
Surgirán muchos movimientos semejantes en este tiempo, cuando la obra del Señor debería estar en una condición elevada y pura, y no adulterada con supersticiones y fábulas. Debemos estar en guardia, a fin de mantener una estrecha comunión con Cristo y para no ser engañados por las artimañas de Satanás.
El Señor quiere que sus servicios se caractericen por el orden y la disciplina, y no por la agitación y la confusión. No estamos ahora en condiciones de describir con exactitud las escenas que ocurrirán en nuestro mundo en el futuro, pero sí sabemos que este es un tiempo cuando debemos velar y orar, porque el gran día del Señor está cercano. Satanás está reuniendo sus fuerzas. Necesitamos ser precavidos y permanecer serenos, y contemplar las verdades de la Revelación. La agitación no favorece el crecimiento en la gracia que conduce a la verdadera pureza y santificación del espíritu.[…]
Dios exhorta a su pueblo a que ande con sobriedad y con santa compatibilidad con los principios. Deberían tener mucho cuidado de no desfigurar ni deshonrar las santas doctrinas de la verdad mediante actuaciones extrañas, confusión y alboroto. Cuando ocurren estas manifestaciones, los no creyentes son llevados a pensar que los adventistas del séptimo día constituyen un conjunto de fanáticos. Así se crea una situación de prejuicio que impide que las almas reciban el mensaje para este tiempo. Cuando los creyentes proclaman la verdad como está ejemplificada en Jesús, manifiestan una calma santa y serena, y no una tormenta de confusión.—General Conference Bulletin, 23 de abril de 1901; Mensajes Selectos 2:38-41. [34]
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