Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Juan 1:16. {DNC 22.1}
Cristo trató de salvar al mundo, no conformándose a él, sino revelándole el poder transformador de la gracia de Dios que modela el carácter humano de acuerdo con la semejanza del de Cristo. {DNC 22.2}
Satanás presentaba a Dios como un ser egoísta y opresor, que lo pedía todo y no daba nada, que exigía el servicio de sus criaturas para su propia gloria, sin hacer ningún sacrificio para su bien. Pero el don de Cristo revela el corazón del Padre… Declara que aunque el odio que Dios siente por el pecado es tan fuerte como la muerte, su amor hacia el pecador es más fuerte que la muerte. Habiendo emprendido nuestra redención no escatimará nada, por mucho que le cueste, de lo que sea necesario para la terminación de su obra. No se retiene ninguna verdad esencial para nuestra salvación, no se omite ningún milagro de misericordia, no se deja sin empleo ningún agente divino. Se acumula un favor sobre otro, una dádiva sobre otra. Todo el tesoro del cielo está abierto a aquellos a quienes él trata de salvar. Habiendo reunido las riquezas del universo, y abierto los recursos de la potencia infinita, lo entrega todo en las manos de Cristo y dice: “Todas estas cosas son para el hombre. Usalas para convencerlo de que no hay mayor amor que el mío en la tierra o en el cielo. Amándome hallará su mayor felicidad”. {DNC 22.3}
El Padre aprecia cada alma que su Hijo ha comprado con la dádiva de su vida. Se ha tomado toda medida para que recibamos el poder divino que nos permitirá vencer la tentación. El alma es preservada para vida eterna por medio de la obediencia a todos los requisitos de Dios. {DNC 22.4}
Dios tiene un cielo lleno de bendiciones que quiere otorgar a aquellos que buscan seriamente la ayuda que sólo el Señor puede proveer.* {DNC 22.5}
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