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on 10/10/2015
Mentes desequilibradas | Joyas de los Testimonios 1
A cada uno de nosotros Dios ha confiado sagrados cometidos, de los cuales nos tiene por responsables. Es su propósito que eduquemos la mente, a fin de que podamos ejercitar los talentos que nos dió y, realizando la mayor suma de bien, reflejemos la gloria del Dador. Debemos a Dios todas las cualidades de la mente. Esas facultades pueden ser cultivadas, dirigidas y dominadas tan discretamente que alcancen el propósito para el cual fueron dadas. Es nuestro deber educar la mente, de modo que saque a luz las energías del alma y desarrolle toda facultad. Cuando todas las facultades estén en ejercicio, el intelecto se fortalecerá y se alcanzará el propósito por el cual fueron dadas aquéllas. {1JT 290.1}
Muchos no están haciendo la mayor suma de bien, porque ejercitan el intelecto en una dirección y descuidan de dar atención esmerada a aquellas cosas para las cuales piensan que no se adaptan. Dejan así dormir algunas facultades débiles, porque la obra que las ejercitaría, y por consiguiente las fortalecería, no les agrada. Deben ejercitarse y cultivarse todas las facultades de la mente. La percepción, el juicio, la memoria y todas las potencias del raciocinio deben tener igual fuerza a fin de que las mentes estén bien equilibradas. {1JT 290.2}
Si se usan ciertas facultades con descuido de las demás, el designio de Dios no se realiza plenamente en nosotros; porque todas las facultades ejercen su influencia y dependen en gran medida una de la otra. No se puede usar eficazmente una de ellas sin la operación de todas, para que el equilibrio se conserve cuidadosamente. Si toda la atención y fuerza se concentran en una, mientras las otras permanecen dormidas, el desarrollo es intenso en ésta, y nos conducirá a los extremos porque todas las facultades no han sido cultivadas. Algunas mentes están atrofiadas y les falta el debido equilibrio. No todas las mentes están, por naturaleza, constituídas de igual manera. Tenemos mentes diferentes; algunas son fuertes en ciertos puntos y muy débiles en otros. Y estas deficiencias tan evidentes no necesitan ni debieran existir. Si los que las poseen fortalecieran los puntos débiles de su carácter, cultivándolos y ejercitándolos, llegarían a ser fuertes. {1JT 290.3}
Un consejo a los ministros
Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas facultades que son por naturaleza las más fuertes, mientras descuidamos las débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles deben recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del intelecto queden bien equilibradas y todas hagan su parte como una maquinaria bien regulada. Dependemos de Dios para la preservación de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente. Si descuidamos esto, nunca alcanzarán aquéllas el propósito para el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna de las facultades que Dios nos ha dado. Vemos monomaníacos en todas partes del país. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó. Dios no fué glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiese ejercitado de igual manera todos los órganos, éstos habrían alcanzado un desarrollo sano; no se habría impuesto todo el trabajo a uno y por lo tanto, ninguno se habría arruinado. {1JT 291.1}
Los predicadores deben ser precavidos, para no estorbar los propósitos de Dios mediante sus propios planes. Corren el peligro de cercenar la obra de Dios, de limitar sus trabajos a ciertas localidades, y de no cultivar un interés especial en la obra de Dios en sus diversos departamentos. Algunos concentran su mente sobre un tema, con exclusión de otros que pueden ser de igual importancia. Son hombres de una sola idea. Toda la fuerza de su ser se concentra en el tema que ocupa su mente en el momento. Pierden de vista toda otra consideración. Este asunto favorito preocupa sus pensamientos y es el tema de su conversación. Asimilan ávidamente todas las pruebas referentes a este asunto y tanto se espacian en ellas que cansan la mente que debe seguirlos. {1JT 291.2}
Con frecuencia se pierde tiempo explicando puntos que son realmente baladíes y que debieran darse por sentados sin presentar pruebas, porque son obvios. Pero los puntos realmente vitales deben ser presentados tan clara y enérgicamente como lo permitan el lenguaje y las pruebas. El poder de concentrar la mente sobre un tema con exclusión de todos los demás, es bueno hasta cierto punto; pero el ejercicio constante de esta facultad cansa los órganos encargados de esa obra; les impone un recargo excesivo y como resultado no se alcanza a realizar la mayor cantidad de bien. Un juego de órganos tiene que sufrir el desgaste principal mientras que los otros permanecen dormidos. La mente no puede ejercitarse así en forma sana, y por consiguiente la vida se acorta. {1JT 292.1}
No todos pueden seguirlos
Todas las facultades deben sobrellevar una parte de la labor, obrando armoniosamente, equilibrándose unas a otras. Los que dedican toda la fuerza de su mente a un tema adolecen de grandes deficiencias en otros puntos, pues sus facultades no son cultivadas por igual. El tema que consideran encadena su atención, y los induce a seguir profundizando más y más el asunto. A medida que se interesan y asimilan, ven más conocimientos y luz. Pero son pocas las mentes que pueden seguirlos, a menos que hayan dedicado al tema los mismos pensamientos profundos. Existe el peligro de que estos hombres aren y planten las semillas de la verdad a tal profundidad que las tiernas y preciosas hojas nunca lleguen a la superficie. {1JT 292.2}
A menudo se realiza duro trabajo innecesario, que nunca será apreciado. Si los que tienen la facultad de concentrarse tan intensamente la cultivan a expensas de las demás, no pueden tener una mente bien proporcionada. Son como máquinas en las cuales un solo juego de engranajes trabaja a la vez. Mientras que algunas ruedas se herrumbran en la inactividad, otras se están gastando por el uso constante. Los hombres que cultivan una o dos facultades, y no las ejercitan todas por igual, no pueden realizar en el mundo la mitad del bien que Dios quiso que realizaran. Son hombres unilaterales; utilizan solamente la mitad del poder que Dios les ha dado, mientras que la otra mitad se herrumbra e inutiliza por la inactividad.{1JT 293.1}
Si las personas dotadas de esta clase de mente tienen un trabajo especial que requiere reflexión, no deben ejercitar todas sus facultades en ese asunto con exclusión de todo otro interés. Aunque dediquen la mayor parte de su atención al tema que estudian, los otros ramos de la obra deben recibir el beneficio de una parte de su tiempo. Esto será mejor para ellos y para la causa en general. Un ramo de la obra no debe recibir la atención exclusiva en detrimento de todos los demás. {1JT 293.2}
Debemos buscar la claridad
En sus escritos, algunos deben precaverse constantemente de no obscurecer puntos que son claros, cubriéndolos con muchos argumentos que no serán de interés vital para el lector. Si se espacian tediosamente en ciertos puntos, dando todo detalle que se les ocurra, su trabajo estará casi perdido. El interés del lector no será bastante profundo para estudiar el asunto hasta el final. Se pueden hacer confusos los puntos más esenciales de la verdad si se presta atención a todo detalle minucioso. Se abarca mucho terreno, pero la obra a la cual se dedica tanta labor no producirá todo el bien que podría hacer si despertara interés general. {1JT 293.3}
En esta época, cuando fábulas agradables surgen a la superficie y atraen la mente, la verdad presentada en estilo fácil, apoyada en algunas pocas pruebas indubitables, es mejor que la investigación destinada a hacer un abrumador despliegue de evidencias; porque entonces las diversas mentes no considerarán el argumento tan distinto como antes de que las evidencias les fueran presentadas. Para muchos, los asertos positivos resultan mucho más convincentes que los largos argumentos. Los tales toman muchas cosas por sentadas y las pruebas no les ayudan a decidir el caso. {1JT 294.1}
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