Una consagración completa | Joyas de los Testimonios 1

Estimados Hnos. K***: En mi última visión, me fueron mostradas algunas cosas referentes a vuestra familia. El Señor tiene pensamientos de misericordia para con vosotros, y no os abandonará a menos que le abandonéis. L*** y M*** son tibios. Deben despertarse y hacer esfuerzos para su salvación, o no alcanzarán la vida eterna. Deben sentir una responsabilidad individual y adquirir experiencia propia. Necesitan que el Espíritu Santo de Dios obre en su corazón, y los induzca a amar y escoger la sociedad del pueblo de Dios más que cualquier otra, y a separarse de los que no aman las cosas espirituales. Jesús exige un sacrificio completo, una consagración absoluta. {1JT 82.1}

L*** y M***, no habéis comprendido que Dios exige vuestros afectos indivisos. Habéis hecho profesión de santidad, y sin embargo, habéis descendido al nivel muerto de los que profesan comúnmente tener religión. Amáis la sociedad de los jóvenes que no tienen consideración por las verdades sagradas que profesáis. En apariencia os habéis asemejado a vuestros compañeros, y en realidad os habéis conformado con un grado de religión que os hiciese agradables a todos, sin merecer la censura de nadie. {1JT 82.2}

Cristo lo exige todo. Si él requiriese menos, su sacrificio sería demasiado caro, demasiado grande para ponernos a ese nivel. Nuestra fe santa clama por una separación. No debemos conformarnos con el mundo, ni con los que profesan una fe muerta, sin corazón. “Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento.” Romanos 12:2. Este es un camino de abnegación. Y cuando pensamos que el camino es demasiado estrecho, que se exige demasiada abnegación en esta sendaestrecha; cuando decimos: ¡Cuán duro es renunciar a todo!, hagámonos la pregunta: ¿A cuánto renunció Cristo por mí? Esto ensombrece cualquier actitud que nosotros llamemos abnegación. {1JT 82.3}

Contemplemos a Jesús en el huerto, mientras suda grandes gotas de sangre. Un ángel solitario es enviado del cielo para fortalecer al Hijo de Dios. Seguid a Cristo camino del tribunal, mientras lo ridiculiza, escarnece e insulta la muchedumbre enfurecida. Contempladle cubierto con aquel viejo manto de púrpura regia. Oíd los groseros escarnios. Ved cómo colocan en aquella noble frente la corona de espinas. Luego le hieren con una caña, para que las espinas penetren en sus sienes y la sangre corra de esa frente santa. Oíd a aquella muchedumbre homicida que clama ávidamente por la sangre del Hijo de Dios. Este es entregado en sus manos, la turba se aleja con el noble Doliente, pálido, débil y desfalleciente, para crucificarlo. Lo extienden sobre la cruz de madera, y hunden los clavos en sus tiernas manos y pies. Contempladle colgado de la cruz durante aquellas espantosas horas de agonía hasta que los ángeles velan sus rostros para no ver la horrible escena, y el sol oculta su luz, rehusando contemplarla. Pensad en estas cosas y preguntaos: “¿Es demasiado estrecho el camino?” No, no.{1JT 83.1}

 

Intereses divididos

 

En una vida dividida y tibia, hallaréis dudas y tinieblas. No podéis gozar los consuelos de la religión, ni la paz que el mundo da. No os sentéis en el sillón de Satanás para no hacer nada, mas levantaos y esforzaos para alcanzar la elevada norma que es vuestro privilegio alcanzar. Es un bienaventurado privilegio renunciar a todo para Cristo. No miremos la vida de los demás ni la imitemos con el propósito de no elevarnos más alto que ellos. Tenemos tan sólo un Modelo infalible. Lo único seguro es seguir a Cristo. Resolved que si los demás obran con pereza espiritual, los abandonaréis y progresaréis hacia la elevación del carácter cristiano. Formad un carácter para el cielo. No durmáis en vuestro puesto. Obrad con fidelidad y veracidad para con vuestra propia alma. {1JT 83.2}

Estáis cediendo a un mal que amenaza destruir vuestra espiritualidad. Eclipsará toda la belleza y el interés de las páginas sagradas. Me refiero al amor por los libros de cuentos y otras lecturas que no ejercen buena influencia en la mente dedicada al servicio de Dios. Produce una excitación falsa y malsana, afiebra la imaginación, destruye la utilidad de la mente, y la descalifica para cualquier ejercicio espiritual. Aparta el alma de la oración y del amor por las cosas espirituales. La lectura que arroja luz sobre el volumen sagrado y despierta vuestros deseos y diligencia por estudiarla, no es peligrosa, sino benéfica. {1JT 84.1}

Me fuisteis presentados con los ojos apartados del Libro sagrado y atentamente fijos en libros excitantes, que son mortales para la religión. Cuanto más a menudo y con mayor diligencia leáis las Escrituras, más hermosas os parecerán y menos gusto tendréis por las lecturas livianas. El estudio diario de las Escrituras ejercerá sobre la mente una influencia santificadora. Respiraréis una atmósfera celestial. Ligad este precioso Volumen a vuestro corazón. Demostrará ser para vosotros un amigo y un guía en la perplejidad. {1JT 84.2}

 

Salid y manteneos separados

 

Habéis tenido en vuestra vida ciertos objetivos en vista y, ¡con cuánta constancia y perseverancia habéis trabajado para alcanzarlos! Habéis hecho cálculos y planes hasta que se realizaron vuestros deseos. Hay ahora delante de vosotros un objeto digno de un esfuerzo perseverante, incansable, de toda la vida. Es la salvación de vuestra alma, la vida eterna. Y para alcanzarla se requiere abnegación, sacrificio y estudio detenido. Debéis ser purificados y refinados. Os falta la influencia salvadora del Espíritu de Dios. Tratáis con vuestros asociados, y os olvidáis de que habéis tomado el nombre de Cristo. Actuáis y os vestís como ellos. {1JT 84.3}

Hna. K***, vi que Vd. tiene una obra que hacer. Debe morir al orgullo y dedicar todo su interés a la verdad. Su destino eterno depende de la conducta que siga ahora. Para obtener la vida eterna, debe Vd. vivir por ella y negarse a sí misma. Salga del mundo y manténgase separada de él. Su vida debe caracterizarse por la sobriedad, la vigilancia y la oración. Los ángeles están observando el desarrollo del carácter, y pesando el valor moral. Todas nuestras palabras y acciones pasan en revista delante de Dios. Es un momento terrible y solemne. La esperanza de la vida eterna no ha de considerarse livianamente; es asunto que debe decidirse entre Dios y nuestra propia alma. Algunos prefieren apoyarse en el juicio y la experiencia de los demás, antes que darse el trabajo de examinar detenidamente su propio corazón, y dejan transcurrir meses y años sin recibir testimonio del Espíritu de Dios ni evidencia de que han sido aceptados. Se engañan a sí mismos. Tienen una esperanza supuesta, pero carecen de las cualidades esenciales del cristiano. Ante todo se debe verificar una obra cabal en el corazón; luego los modales asumirán el carácter elevado y noble que señala a los verdaderos discípulos de Cristo. Se requiere esfuerzo y valor moral para vivir de acuerdo con nuestra fe. {1JT 84.4}

El pueblo de Dios es singular. Su espíritu no puede congeniar con el espíritu e influencia del mundo. No deseáis llevar el nombre de cristianos y ser indignos de él. No deseáis comparecer ante Jesús con una simple profesión de fe. No deseáis engañaros en un asunto tan importante. Examinad cabalmente las bases de vuestra esperanza. Obrad verazmente con vuestra propia alma. Una esperanza supuesta no os salvará. ¿Habéis calculado el costo? Temo que no. Decidid ahora si seguiréis a Cristo, cueste lo que cueste. No podéis hacerlo y gozar de la compañía de aquellos que no prestan atención a las cosas divinas. Vuestros espíritus no pueden fusionarse mejor de lo que se fusionan el aceite y el agua. {1JT 85.1}

Es una gran cosa ser hijo de Dios y coheredero con Cristo. Si tal es vuestro privilegio, conoceréis la comunión de lossufrimientos de Cristo. Dios mira al corazón. Vi que debéis buscarle fervorosamente, y elevar la norma de vuestra piedad, o no alcanzaréis la vida eterna. Tal vez os preguntéis: ¿Vió la Hna. White esto? Sí: y he procurado presentároslo, y daros todas las impresiones que yo sentí. El Señor os ayude a prestarles atención. {1JT 85.2}

Estimados hermanos, velad sobre vuestros hijos con cuidado celoso. El espíritu y la influencia del mundo están destruyendo en ellos todo deseo de ser verdaderos cristianos. Sea vuestra influencia tal que los aparte de los compañeros jóvenes que no tienen interés en las cosas divinas. Deben hacer un sacrificio si quieren ganar el cielo. {1JT 86.1}

*****

¿A quién escogeréis, dice Cristo, a mí o al mundo? Dios pide que se le entreguen incondicionalmente el corazón y los afectos. Si amáis a vuestros amigos, hermanos o hermanas, casas o tierras, más que a mí, dice Cristo, no sois dignos de mí. La religión impone al alma la mayor obligación hacia sus requerimientos, la de andar guiada por sus principios. Así como el imán misterioso señala hacia el norte, los requerimientos de la religión señalan la gloria de Dios. Vuestros votos bautismales os imponen la obligación de honrar a vuestro Creador, negaros resueltamente a vosotros mismos, crucificar vuestros afectos y concupiscencias, y reducir aún vuestros pensamientos a la obediencia de la voluntad de Cristo.* {1JT 86.2}

*****

Vuestra mundanalidad no os inclina a abrir de par en par la puerta de vuestros duros corazones al llamamiento de Jesús, que está procurando entrar allí. El Señor de gloria, que os ha redimido por su sangre, aguardó ante vuestra puerta a que le admitieseis; pero no le abristeis ni le disteis la bienvenida. Algunos abrieron un poquito la puerta, y permitieron que penetrase un poco de la luz de su presencia, pero no dieron la bienvenida al Visitante celestial. No había cabida para Jesús. El lugar que se le debería haber reservado estaba ocupado por otras cosas. Jesús os rogó: “Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20. Teníais una obra que hacer para abrir la puerta. Por un tiempo os sentisteis inclinados a oír y abrirla, pero aun esta inclinación desapareció, y no os asegurasteis la comunión de que podríais haber disfrutado con el Huésped celestial. Sin embargo, algunos abrieron la puerta y dieron una cordial bienvenida a su Salvador.* {1JT 86.3}

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