LIBRO: CULTO EN EL TRONO DE SATANÁS
PÁGINAS: 75-79
PR. ESTEBAN BOHR

Hay tres modelos de culto que hoy compiten en el mundo cristiano. El primero se caracteriza por el altar. En la iglesia Católica, el sacrificio de la misa en el altar es el elemento central del culto. El segundo modelo se centra en el escenario. El escenario despierta imágenes de entretenimiento dramas, música, títeres, películas, baile, etc. Este es el modelo que han adoptado muchas iglesias protestantes y algunas iglesias adventistas de la actualidad. El tercer modelo se caracteriza por el púlpito, donde la predicación de la Palabra es central. Hubo un tiempo en que el tercer modelo imperaba en la iglesia adventista.

Pero hoy las cosas están cambiando rápidamente. ¡Hay iglesias adventistas que ni siquiera tienen un púlpito!

Lamentablemente algunas iglesias adventistas de la actualidad han transformado la hora del culto de adoración del sábado a una sesión de entretenimiento. En vez de reconocer que la razón del culto es adorar a Dios, inclinarse ante él y escuchar su voluntad para nuestras vidas, hemos llegado a pensar que su propósito es atraer y llenar la iglesia de gente secular que no asiste regularmente a la iglesia. Es decir, hemos cambiado el culto de adoración a una campaña evangelizadora cuyo fin es atraer a los que tienen poco interés en la religión formal, pero que están buscando una experiencia religiosa que no tienen.

Este cambio de propósito para el culto de adoración ha causado que nos volvamos antropocéntricos antes que teocéntricos en nuestro estilo de adorar a Dios. La mayor preocupación en muchas iglesias adventistas de la actualidad parece ser que la gente secular se sienta cómoda en el culto. Pero para que se sienta cómoda no se puede decir ni hacer nada que los pueda ofender. Por eso se los anima a vestirse como lo hacen de costumbre, se canta el mismo estilo de música a la cual están acostumbrados en el mundo, y se los entretiene en forma similar a la del mundo. Por temor a ofender a las visitas algunos pastores incluso se abstienen de mencionar el nombre de Elena G. de White como la profetisa del remanente y rehúyen la presentación de verdades distintivas que podrían disgustar a los que asisten.

Pero este cambio de enfoque nos ha distraído de nuestro mensaje peculiar y de nuestra misión distintiva. Elena White ha recalcado vez tras vez que lo que necesitamos predicar en la iglesia adventista de hoy es la verdad presente. ¿Y qué es la verdad presente? Ya hemos visto que la predicación de la verdad presente significa que proclamemos aquellas verdades que se hallan centradas en el Lugar Santísimo, donde ministra Jesús. Si usted quiere predicar la verdad presente hoy, sencillamente descubra dónde está Jesús ahora, qué está haciendo y luego predíquelo. Tristemente, en un buen número de iglesias adventistas de la actualidad se están pre-dicando verdades que se hallan centradas en el Atrio y el Lugar Santo pero no se está predicando la verdad presente del Lugar Santísimo donde se encuentra Jesús.

Escribió Elena White:

“Son muchas las preciosas verdades que contiene la Palabra de Dios, pero es la verdad presente lo que el rebaño necesita ahora. He visto el peligro que existe de que los mensajeros se desvíen de los puntos importantes de la verdad presente para espaciarse en te- mas que no tienden a unir el rebaño ni santificar el alma. En esto, Satanás aprovechará toda ventaja posible para perjudicar la causa.

“Pero los temas tales como el Santuario, en relación con los 2.300 días, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, son perfectamente adecuados para explicar el movimiento adventista pasado, mostrarnos cuál es nuestra posición actual, establecer la fe de los que dudan, y darnos certidumbre de un glorioso futuro. He visto con frecuencia que estos eran los temas principales en los cuales deben espaciarse los mensajeros”.

Un número notable de congregaciones adventistas de la actualidad han reemplazado nuestro mensaje de la verdad presente con toda índole de sustitutos que tienen como propósito principal entretener a la congregación.

Samuel Koranteng-Pipim describió muy bien el ambiente de algunos cultos adventistas de la actualidad:

“Tenemos el evangelio del rock y bailes de alabanza en nuestros cultos, el evangelio de los títeres, el evangelio de los payasos, el evangelio de los discos/cafés, y dramas teatrales, todo esto con el fin de evangelizar a nuestros jóvenes, jóvenes adultos y los que no asisten a la iglesia. Ahora, según parece, queremos tener también el evangelio de los magos para nuestros cultos y semanas de oración. Al recurrir a estos artilugios estamos en peligro de desviarnos de la locura de la predicación a la predicación de locuras”.

Elena White concordó con el Dr. Koranteng-Pipim y agrega que los pastores jóvenes son los que están en mayor peligro de inventar estilos de adoración novedosa para tomar el lugar de la Palabra de Dios:

“Estamos en peligro de cometer errores en nuestro esfuerzo misionero. Corremos el peligro de ignorar cuán esencial es la obra del Espíritu Santo sobre el corazón. Ha entrado una nueva metodología al ministerio. Hay un deseo de copiar lo que hacen las demás iglesias y se desconoce casi por completo la simplicidad y la humildad. Los ministros jóvenes que desean ser novedosos introducen nuevas ideas y nuevos planes de trabajo.

Celebran reuniones de reavivamiento y se unen grandes números a la iglesia. Pero, cuando pasa la excitación ¿dónde están los conversos? No se ve el arrepentimiento por el pecado. Al pecador se le invita a creer en Cristo y a aceptarlo sin que se tome en cuenta su vida pasada de pecado y rebelión y como resultado el corazón no es quebrantado. No hay contrición del alma. Estos conversos profesos no han caído sobre la roca, Cristo Jesús”.

Lo que me deja perplejo es esto: ¿Qué nos motiva como adventistas a adoptar el estilo de adoración y los métodos de crecimiento eclesiástico de aquellas iglesias que la Biblia describe con el nombre de “Babilonia” o la “sinagoga de Satanás”? ¿Por qué querríamos ir a Crystal Cathedral, a Willow Creek, a Fuller o Saddleback para aprender cómo sembrar mega iglesias y giga iglesias cuando estas iglesias desprecian el mensaje de la verdad presente? ¿Por que querríamos retroceder del Lugar Santísimo al Lugar Santo?

Y es más, ¿por qué querríamos adoptar su música? ¿Por qué querríamos adoptar sus prácticas de aplaudir, danzar y entretener? ¿Por qué querríamos adoptar su énfasis sobre la gracia barata que excluye la ley de Dios? ¿Por qué querríamos celebrar el domingo de resurrección al amanecer como ellos o aun con ellos? ¿Por qué querríamos eliminar de nuestros cultos cualquier mención de Elena White como la mensajera del Señor por temor a ofenderlos? ¿Por qué querríamos vestir en el culto como ellos? ¿Por qué querríamos servir en la iglesia el sábado por la mañana un desayuno ligero para atraerlos? ¿Acaso tienen ellos la verdad presente? ¿Acaso están ellos predicando el mensaje y cumpliendo la misión que Dios nos ha confiado como pueblo?

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