Entiéndase claramente: “La única gente sobre la faz de la tierra, en esta generación o cualquier otra, que han intentado promover la “neutralidad de la música” son personas cristianas viviendo después del año 1965.”
¿Qué sucedió a mediados de los sesenta que fue lo suficientemente significativo como para causar que muchos cristianos fundamentalistas ignorasen lo que era entonces y es ahora de conocimiento común entre los músicos? Yo creo que las raíces son sociológicas en vez de musicales. Los de entre nosotros que vivieron esa era tumultuosa, nos acordamos bien del clima social.
Se sospechaba de todo aquello que era tradicional. Cualquier cosa aun vagamente asociada con el “establecimiento” era rechazada por la juventud. Quizá la más tradicional de todas las instituciones era la iglesia, y quizá la más tradicional de todos los aspectos de la iglesia era su música. Por eso, el clamor llegó a ser: “¡Danos algo nuevo!”
Simultáneamente, en el mundo secular una nueva forma de expresión musical había capturado tanto las mentes como las imaginaciones de esa generación inquieta. ¡Esta música la podrían sentir! Daba voz a su rebelión y sus pasiones.
Los predicadores en sus mensajes atacaron con intrépido las caderas oscilantes de Elvis y las melenas de los Beatles. La minifalda desvestía a nuestras chicas, mientras todas las demás normas se llevaban a su límite. Comparada con el rock and roll, la música de la iglesia parecía muy aburrida.
Por un lado, los predicadores combatían la rebelión… no al pelo largo, no a la minifalda; por el otro, temían aislarse de esta generación que tenían los gustos tan diferentes. Fue contra este escenario que alguien empezó a usar el rock and roll como vehículo para alcanzar a esta generación. El razonamiento era, “Si vamos a alcanzarlos, hemos de hablar su lenguaje”.
Con la influencia cada vez mayor de los medios de comunicación y con tantos adaptándose a un ambiente de espectáculo en la iglesia, el escenario ya estaba preparado. “Traerles a la iglesia por darles lo que quieren, luego les daremos lo que necesitan”.
Como una cucharadita de azúcar ayuda al niño a tragar el medicamento, vamos a revestir el evangelio con el rock and roll. Alguien lo describió así: “Nos acercaremos a ellos a hurtadillas y les inocularemos del evangelio antes de que se diesen cuenta”.
REPITO: “La única gente sobre la faz de la tierra, en esta generación o cualquier otra, que han intentado promover la “neutralidad de la música” son personas cristianas viviendo después del año 1965.”
Continuará…
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