Added by admin
on 10/03/2014
Salomón ejecutó sabiamente el plan de erigir un templo para el Señor, como David lo había deseado por tanto tiempo. Durante siete años Jerusalén se vio llena de obreros activamente ocupados en nivelar el sitio escogido, construir vastos muros de contención, echar amplios cimientos de “piedras grandes, piedras costosas… y piedras labradas” (1 Reyes 5:17), dar forma a las pesadas maderas traídas de los bosques del Líbano y erigir el magnífico Santuario. {CES 42.1}
Simultáneamente con la preparación de la madera y las piedras, a la cual muchos millares dedicaban sus energías, constantemente progresaba la elaboración de los muebles para el templo bajo el liderazgo de Hiram de Tiro, “un hombre hábil y entendido… el cual” sabía “trabajar en oro, plata, bronce y hierro, en piedra y en madera, en púrpura y en azul, en lino y en carmesí”. 2 Crónicas 2:13, 14. {CES 42.2}
En todo de acuerdo con el modelo
Mientras el edificio se levantaba silenciosamente sobre el Monte Moriah con “piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro” (1 Reyes 6:7), los hermosos adornos se ejecutaban de acuerdo con los modelos confiados por David a su hijo, “todos los vasos para la casa de Dios”. 2 Crónicas 4:19. Estas cosas incluían el altar del incienso, la mesa para los panes de la proposición, el candelabro y sus lámparas, así como los vasos e instrumentos relacionados con el ministerio de los sacerdotes en el Lugar Santo, todo “de oro, de oro finísimo”. Vers. 21. A los enseres de bronce -el altar de los holocaustos, la gran cuba sostenida por doce bueyes, las fuentes de menor tamaño, los muchos otros vasos-, “los fundió el rey en los llanos del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Seredata”. Vers. 17. Esos enseres fueron provistos en abundancia, para que no faltasen. {CES 42.3}
Un templo de esplendor inigualado
De una belleza insuperable y esplendor sin rival era el palacio que Salomón y quienes lo ayudaban erigieron para Dios y su culto. Adornado con piedras preciosas, rodeado por atrios espaciosos y recintos magníficos, forrado de cedro esculpido y de oro bruñido, la estructura del templo, con sus cortinas bordadas y muebles preciosos, era un emblema adecuado de la iglesia viva de Dios en la Tierra, que a través de los siglos ha estado formándose de acuerdo con el modelo divino con materiales comparados a “oro, plata, piedras preciosas”, “labradas como las de un palacio”. 1 Corintios 3:12; Salmos 144:12.—La Historia de Profetas y Reyes, 25, 26. {CES 43.1}
Así fue construído el más espléndido Santuario, de acuerdo con el modelo que se le mostró a Moisés en el monte, y presentado luego por el Señor a David. Además de los querubines que estaban en la cubierta del arca, Salomón hizo otros dos ángeles de mayor tamaño, situados a ambos extremos del arca, que representaban a los ángeles celestiales que guardan la ley de Dios. Es imposible describir la belleza y el esplendor de ese Santuario. Dentro de este lugar, con solemne reverencia, fue transportada el arca por los sacerdotes y se la colocó en su lugar, debajo de las alas de los dos imponentes querubines que estaban de pie en el suelo. {CES 43.2}
Dios manifiesta su aceptación
El coro sagrado elevó sus voces en alabanza a Dios, y la melodía de sus cantos fue acompañada por toda clase de instrumentos musicales. Y mientras en los atrios del templo resonaba la alabanza, la nube de la gloria de Dios tomó posesión de la casa, como anteriormente había llenado el tabernáculo del desierto. “Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová”. 1 Reyes 8:10, 11. {CES 43.3}
Así como el Santuario terrenal edificado por Moisés de acuerdo con el modelo que se le mostró en el monte, así el templo de Salomón, con todos sus servicios, era un “símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”, y sus dos compartimientos sagrados eran “figura y sombra de las cosas celestiales”; Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es un “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”. Hebreos 9:9; 8:5; 8:2.—The Review and Herald, 9 de noviembre de 1905. {CES 43.4}
Todo el sistema de los tipos y símbolos era una profecía resumida del evangelio, una presentación en la cual estaban resumidas las promesas de la redención.—Los Hechos de los Apóstoles, 13. {CES 44.1}
Se pierde de vista al antitipo
El Señor Jesús era el fundamento de todo el sistema judaico. Su imponente ritual fue ordenado divinamente. El propósito de él era enseñar a la gente que en el tiempo prefijado vendría Uno a quien señalaban esas ceremonias.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 17. {CES 44.2}
Al apartarse de Dios, los judíos perdieron en gran medida la visión de lo que enseñaba el servicio ritual. Ese ritual había sido instituido por Cristo mismo. En todas sus partes era un símbolo de él; y había sido llenado de vitalidad y belleza espiritual. Pero los judíos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias y se aferraron a las formas muertas. Confiaban en los sacrificios y los ritos en sí mismos, en vez de confiar en aquel a quien éstos señalaban. Con el fin de suplir lo que habían perdido, los sacerdotes y rabinos multiplicaron los requerimientos de su invención; y cuanto más rígidos se volvían, tanto menos del amor de Dios se manifestaba.—El Deseado de Todas las Gentes, 21. {CES 44.3}
El servicio del templo pierde su significado
Cristo era el fundamento y la vida del templo. Sus servicios eran típicos del sacrificio del Hijo de Dios. El sacerdocio había sido establecido para representar el carácter y la obra mediadora de Cristo. Todo el plan de adoración sacrificial era una prefiguración de la muerte del Salvador para redimir al mundo. No habría eficacia en esas ofrendas cuando el gran evento al cual señalaran durante siglos fuese consumado. {CES 44.4}
Puesto que todo el sistema ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin él. Cuando los judíos sellaron su rechazo de Cristo entregándolo a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos destruyeron virtualmente su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, significando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre. {CES 45.1}
“En tres días lo levantaré”. A la muerte del Salvador las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer y se regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. “Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Colosenses 2:15. En virtud de su muerte y resurrección, pasó a ser “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”. Hebreos 8:2. Los hombres habían construído el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el Santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construído por arquitecto humano. “Mirad al hombre cuyo nombre es El Vástago, y él… edificará el Templo de Jehová, y llevará sobre sí la gloria, y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono”. Zacarías 6:12, 13, VM. {CES 45.2}
Los ojos se vuelven hacia el verdadero sacrificio
El ceremonial de los sacrificios que había señalado a Cristo pasó; pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo. Cesó el sacerdocio terrenal; pero miramos a Jesús, mediador del nuevo pacto, y “a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”. “Aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie… Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos… por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. Hebreos 12:24; 9:8-12. {CES 45.3}
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.Hebreos 7:25. Aunque el ministerio había de ser trasladado del templo terrenal al celestial, aunque el Santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habrían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús ministra en el Santuario celestial sigue siendo, por medio de su Espíritu, el Ministro de la iglesia en la Tierra.—Ibíd. 137, 138. {CES 46.1}
Nuestro sumo sacerdote y abogado
“Porque no entró Cristo en el Santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”. Hebreos 9:24-26. “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (10:12). Cristo entró una sola vez en el Lugar Santo para obtener por nosotros eterna redención. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (7:25). Se calificó a sí mismo para ser no solamente Representante del hombre, sino también su Abogado, de modo que toda alma, si así lo desea, pueda decir: “Tengo un Amigo en la Corte, un Sumo Sacerdote que se compadece de mis flaquezas”.—The Review and Herald, 12 de junio de 1900. {CES 46.2}
El Santuario que está en el cielo es el mismo centro de la obra de Cristo en favor del hombre. Concierne a toda alma viviente sobre la Tierra. Abre ante la vista el plan de redención, proyectándonos hasta el mismo fin del tiempo, y revelando el resultado triunfal del conflicto entre la justicia y el pecado. Es de la mayor importancia que todos investiguen cuidadosamente estos temas, y así estén capacitados para dar respuesta a todos los que demanden razón de la esperanza que hay en ellos.—Ibíd. 9 de noviembre de 1905. {CES 46.3}
Preguntas para estudiar
1. ¿De qué manera singular fue construído el templo de Salomón? (Pág. 42.) {CES 47.1}
2. ¿En qué sentido el templo era un emblema? (Pág. 43.) {CES 47.2}
3. ¿De qué manera Dios mostró su aprobación por el templo cuando éste fue terminado? (Págs. 43, 44.) {CES 47.3}
4. ¿Quién era el fundamento de todo el sistema judaico? (Pág. 44.) {CES 47.4}
5. Cuando los judíos despojaron de vida espiritual sus ceremonias, ¿qué hicieron? (Pág. 44.) {CES 47.5}
6. ¿Cuándo y cómo perdió el templo su significado y santidad? (Págs. 44, 45.) {CES 47.6}
7. ¿A quién fueron dirigidos entonces los ojos de los hombres como un ministerio significativo para su salvación? (Pág. 45.) {CES 47.7}
8. Jesús es a la vez el “Representante” y el “Abogado” del hombre; por tanto, ¿cuál es la diferencia entre estas dos funciones? (Pág. 46.) {CES 47.8}
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado
Comentarios
Comentarios
Deja un comentario