Los seguros de vida | Joyas de los Testimonios 1


 Se me mostró que los adventistas observadores del sábado no deben tomar parte en los negocios relacionados con los seguros de vida. Es un comercio con el mundo que Dios no aprueba. Los que participan en esta empresa se unen con el mundo, mientras que Dios invita a su pueblo a salir de él y a mantenerse separado. Dijo el ángel: “Cristo os compró con el sacrificio de su vida.” ‘¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.’ ‘Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.’ Tal es el único seguro de vida que el Cielo sanciona. {1JT 176.1}

El tomar un seguro de vida constituye una conducta mundana que induce a nuestros hermanos que la siguen a apartarse de la sencillez y pureza del Evangelio. Toda desviación tal debilita nuestra fe y reduce nuestra espiritualidad. Dijo el ángel: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” Pertenecemos al Señor en un sentido especial. Cristo nos ha comprado. Nos rodean ángeles poderosos. No cae al suelo un solo pajarillo sin que lo note nuestro Padre celestial. Aun nuestros cabellos están contados. Dios ha provisto para sus hijos. Los cuida en forma especial, y no deben desconfiar de su providencia siguiendo una conducta mundanal. {1JT 176.2}

Dios quiere que conservemos con sencillez y santidad nuestro carácter peculiar como pueblo. Los que siguen ese mundano curso de acción, invierten recursos que pertenecen a Dios, y que él les ha confiado para que los usen en su causa a fin de hacer progresar su obra. Muy pocos serán los que obtengan ganancias del seguro de vida, y sin la bendición de Dios aun estas utilidades resultarán un perjuicio en vez de un beneficio. Aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos no tienen derecho de colocar en las filas del enemigo los recursos que él les ha confiado para que los usen en su causa. {1JT 176.3}

Satanás está presentando constantemente incentivos al pueblo escogido de Dios para desviar su atención de la obra solemne de prepararse para las escenas que le esperan en el futuro cercano. El es, en todo sentido de la palabra, un engañador, un hábil seductor. Cubre sus planes y trampas con mantos de luz sacados del cielo. Tentó a Eva a comer de la fruta prohibida, haciéndole creer que con ello obtendría grandes ventajas. Satanás induce a sus agentes a introducir varios inventos y derechos de patentes y otras empresas a fin de que los adventistas observadores del sábado, que tienen prisa para hacerse ricos, caigan en la tentación, queden entrampados, y atraigan sobre sí muchos pesares. El está muy despierto, y se dedica activamente a llevar cautivo al mundo, y por intermedio de los mundanos crea continuamente un entusiasmo agradable, para inducir a los incautos que profesan creer la verdad, a que se unan con los mundanos. La concupiscencia de los ojos, el deseo de excitación y diversión agradable, es una tentación y una trampa para el pueblo de Dios. Satanás tiene muchas redes peligrosas de fina trama, que parecen inocentes, pero con las cuales se prepara hábilmente para engañar al pueblo de Dios. Hay espectáculos agradables, entretenimientos, discursos sobre frenología, y una inacabable variedad de empresas destinadas a desviar al pueblo de Dios, para que ame al mundo y las cosas que están en él. Mediante esta unión con el mundo, se debilita la fe, y los recursos que debieran invertirse en la causa de la verdad presente quedan transferidos a las filas del enemigo. Por medio de estos diferentes recursos, Satanás vacía constantemente los bolsillos de los hijos de Dios, y a causa de esto pesa sobre ellos el desagrado del Señor. {1JT 177.1}

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