Estos creyentes hacían frutos dignos de su arrepentimiento. Creían y eran bautizados y se levantaban para andar ennovedad de vida, como nuevas criaturas en Cristo Jesús; no para vivir conforme a sus antiguas concupiscencias, sino por la fe en el Hijo de Dios, para seguir sus pisadas, para reflejar su carácter y para purificarse a sí mismos, así como él es puro. Amaban lo que antes aborrecieran, y aborrecían lo que antes amaran. Los orgullosos y tercos se volvían mansos y humildes de corazón. Los vanidosos y arrogantes se volvían serios y discretos. Los profanos se volvían piadosos; los borrachos, sobrios; y los corrompidos, puros. Las vanas costumbres del mundo eran puestas a un lado. Los cristianos no buscaban el adorno “exterior del rizado de los cabellos, del ataviarse con joyas de oro o el de la compostura de los vestidos, sino el oculto del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y tranquilo; ésa es la hermosura en la presencia de Dios” 1 Pedro 3:3, 4, versión Nácar-Colunga. {RM 9.2}
Los reavivamientos producían en muchos profundo recogimiento y humildad. Eran caracterizados por llamamientos solemnes y fervientes hechos a los pecadores, por una ferviente compasión hacia aquellos a quienes Jesús compró por su sangre. Hombres y mujeres oraban y luchaban con Dios para conseguir la salvación de las almas. Los frutos de semejantes reavivamientos se echaban de ver en las almas que no vacilaban ante el desprendimiento y los sacrificios, sino que se regocijaban de ser tenidas por dignas de sufrir oprobios y pruebas por causa de Cristo. Se notaba una transformación en la vida de los que habían hecho profesión de seguir a Jesús; y la influencia de ellos beneficiaba a la sociedad…{RM 10.1}
Tal es el resultado de la acción del Espíritu de Dios. Una reforma en la vida es la única prueba segura de un verdadero arrepentimiento. Si restituye la prenda, si devuelve lo que robó, si confiesa sus pecados y ama a Dios y a sus semejantes, el pecador puede estar seguro de haber encontrado la paz con Dios. Tales eran los resultados que en otros tiempos acompañaban a los reavivamientos religiosos. Cuando se los juzgaba por sus frutos se veía que eran bendecidos de Dios para la salvación de los hombres y el mejoramiento de la humanidad.{RM 10.2}
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