Sólo Cristo puede hacer esto, pues “debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del mundo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Hebreos 2:17, 18. La reconciliación significa que desaparece toda barrera entre el alma y Dios, y que el pecador comprende lo que significa el amor perdonador de Dios. Debido al sacrificio hecho por Cristo para los hombres caídos, Dios puede perdonar en justicia al transgresor que acepta los méritos de Cristo. Cristo fue el canal por cuyo medio pudieron fluir la misericordia, el amor y la justicia del corazón de Dios al corazón del pecador. “El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9.{RM 27.1}
Toda alma puede decir: “Mediante su perfecta obediencia, Cristo ha satisfecho las demandas de la ley, y mi única esperanza radica en acudir a él como mi sustituto y garantía, el que obedeció la ley perfectamente por mí. Por fe en sus méritos, estoy libre de la condenación de la ley. Me reviste con su justicia, que responde a todas las demandas de la ley. Estoy completo en Aquel que produce la justicia eterna. El me presenta a Dios con la vestimenta inmaculada en la cual no hay una hebra que fue entretejida por instrumento humano alguno. Todo es de Cristo y toda la gloria, el honor y la majestad han de darse al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.{RM 27.2}
Muchos piensan que deben esperar un impulso especial a fin de que puedan ir a Cristo; pero sólo es necesario acudir con sinceridad de propósito, decidiendo aceptar los ofrecimientos de misericordia y gracia que nos han sidoextendidos. Hemos de decir: “Cristo murió para salvarme. El deseo del Señor es que sea salvado, e iré a Jesús sin demora, tal como soy. Me aventuraré a aceptar su promesa. Cuando Cristo me atraiga, responderé”. El apóstol dice: “Con el corazón se cree para justicia”. Romanos 10:10. Nadie puede creer con el corazón para justicia y obtener así la justificación por la fe mientras continúe en la práctica de aquellas cosas que prohíbe la Palabra de Dios, o mientras descuide cualquier deber conocido. {RM 27.3}
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