La obra del espíritu se asemeja a la lluvia
“Y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía”. En el Oriente la lluvia temprana cae en el tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla germine. Gracias a la influencia de estas lluvias fertilizantes, aparecen los tiernos brotes. La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor emplea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del Espíritu Santo.1 {EUD 157.1}
Así como el rocío y la lluvia caen al principio para que la semilla germine, y luego para que la cosecha madure, se da el Espíritu Santo para que lleve a cabo a través de sus etapas el proceso del crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Mediante el poder del Espíritu Santo se ha de perfeccionar en el carácter la imagen moral de Dios. Debemos ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo. {EUD 157.2}
La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá vida; la hoja verde no aparecerá. A menos que los primeros aguaceros hayan hecho su obra, la lluvia tardía no podrá perfeccionar ninguna semilla.—Testimonios para los Ministros, 506 (1897). {EUD 158.1}
A. La aplicación histórica a la iglesia como conjunto
La lluvia temprana vino en Pentecostés en el año 31 d. C.
En obediencia a la orden de Cristo, [los discípulos] aguardaron en Jerusalén la promesa del Padre, el derramamiento del Espíritu. No aguardaron ociosos. El relato dice que estaban “de continuo en el templo, alabando y bendiciendo a Dios”. Lucas 24:53. […] {EUD 158.2}
Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad […]. Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo. Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano.—Los Hechos de los Apóstoles, 29-30 (1911). {EUD 158.3}
El Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado.—Joyas de los Testimonios 3:210-211 (1904). {EUD 158.4}
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel.—Los Hechos de los Apóstoles, 45 (1911). {EUD 158.5}
Consecuencias de la lluvia temprana en Pentecostés
Bajo la influencia del Espíritu, las palabras de arrepentimiento y confesión se mezclaban con cantos de alabanza por el perdón de los pecados […]. Miles se convirtieron en un día […]. {EUD 158.6}
El Espíritu Santo […] los habilitaba para hablar con facilidad idiomas antes desconocidos para ellos […]. El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida.—Los Hechos de los Apóstoles, 31-32 (1911). {EUD 159.1}
Sus corazones estaban sobrecargados con una benevolencia tan plena, tan profunda, de tanto alcance, que los impelía a ir hasta los confines de la tierra, para testificar del poder de Cristo.—Los Hechos de los Apóstoles, 37-38 (1911). {EUD 159.2}
¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas a las más alejadas partes del mundo habitado […]. La iglesia veía afluir a ella conversos de todas direcciones. Los apóstatas se reconvertían […]. La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino.—Los Hechos de los Apóstoles, 39-40 (1911). {EUD 159.3}
La promesa de la lluvia tardía
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue “la lluvia temprana”, y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante.—Joyas de los Testimonios 3:211 (1904). {EUD 159.4}
Cerca del fin de la siega de la tierra, se promete una concesión especial de gracia espiritual, para preparar a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Este derramamiento del Espíritu se compara con la caída de la lluvia tardía.—Los Hechos de los Apóstoles, 45 (1911). {EUD 159.5}
Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el poder de Dios serán derramados sobre sus hijos.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 517 (1911). {EUD 159.6}
Esta obra será semejante a la que se realizó en el día de Pentecostés. Como la “lluvia temprana” fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la “lluvia tardía” será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 669 (1911). {EUD 159.7}
La lluvia tardía producirá el fuerte clamor
En ese tiempo, descenderá la “lluvia tardía” o refrigerio de la presencia del Señor para dar poder: a la voz fuerte del tercer ángel, y preparar a los santos para que puedan subsistir durante el plazo cuando las siete postreras plagas serán derramadas.—Primeros Escritos, 86 (1854). {EUD 160.1}
Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados […]. Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: “Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel”.—Primeros Escritos, 271 (1858). {EUD 160.2}
B. La aplicación personal a los cristianos como individuos
La lluvia temprana produce conversión; la lluvia tardía desarrolla un carácter semejante al de Cristo
En ningún momento de nuestra experiencia podemos prescindir de la ayuda que nos capacitó para comenzar. Las bendiciones recibidas en ocasión de la lluvia temprana nos son necesarias hasta el mismo fin […]. Al buscar a Dios para que nos conceda el Espíritu Santo, él producirá en nosotros mansedumbre, humildad de mente, y una consciente dependencia de Dios con respecto a la lluvia tardía que trae perfección.—Testimonios para los Ministros, 507, 509 (1897). {EUD 160.3}
El Espíritu Santo busca morar en cada alma. Si se le da la bienvenida como a un huésped honrado, los que lo reciban serán hechos completos en Cristo. La buena obra que ha sido comenzada, será terminada; pensamientos santos, afectos celestiales y acciones semejantes a las de Cristo reemplazarán a los pensamientos impuros, los sentimientos perversos y los actos rebeldes.—Counsels on Health, 561 (1896). {EUD 160.4}
Podemos haber recibido cierta medida del Espíritu de Dios, pero mediante la oración y la fe debemos tratar de obtener una porción más abundante. No debemos cesar nunca en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no asumimos la actitud necesaria para recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad será solamente nuestra […]. {EUD 160.5}
Las convocaciones de la iglesia, tales como las asambleas generales, las reuniones de la iglesia local y todas las oportunidades en que se trabaja personalmente por las almas, son las ocasiones señaladas por Dios para dar la lluvia temprana y la tardía.—Testimonios para los Ministros, 508 (1897).{EUD 161.1}
Cuando el camino esté preparado para el Espíritu de Dios, vendrá la bendición. Así como Satanás no puede cerrar las ventanas del cielo para que la lluvia venga sobre la tierra, así tampoco puede impedir que descienda un derramamiento de bendiciones sobre el pueblo de Dios.—Mensajes Selectos 1:144-145 (1887). {EUD 161.2}
Debiéramos orar fervientemente por el descenso del Espíritu Santo
Debiéramos orar tan fervientemente por el descenso del Espíritu Santo como los discípulos oraron en el Día de Pentecostés. Si ellos lo necesitaban en aquel entonces, nosotros lo necesitamos más hoy en día.—Testimonies for the Church 5:158 (1882). {EUD 161.3}
El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo, y el cielo está esperando concederlo.—El Evangelismo, 508 (1895). {EUD 161.4}
La medida del Espíritu Santo que recibamos estará en proporción a la medida de nuestro deseo de recibirlo y de la fe que ejerzamos para ello, y del uso que hagamos de la luz y el conocimiento que se nos dé.—The Review and Herald, 5 de mayo de 1896. {EUD 161.5}
No estamos suficientemente dispuestos a importunar al Señor con nuestras peticiones y pedirle el don del Espíritu Santo. El Señor quiere que lo importunemos con este asunto. Quiere que insistamos con nuestras peticiones ante el trono.—Fundamentals of Christian Education, 537 (1909). {EUD 161.6}
Debemos humillar nuestros corazones en verdadero arrepentimiento
La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debiera ser nuestra primera obra. Debe haber esfuerzos fervientes para obtener las bendiciones del Señor, no porque Dios no esté dispuesto a conferirnos sus bendiciones, sino porque no estamos preparados para recibirlas. Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Sin embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales ha prometido Dios concedernos su bendición. Solo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento.—Mensajes Selectos 1:141 (1887). {EUD 161.7}
Debe haber un reavivamiento cabal entre nosotros. Debe haber un ministerio convertido. Debe haber confesiones, arrepentimiento y conversiones. Muchos que están predicando la Palabra necesitan la gracia transformadora de Cristo en sus corazones. No debieran permitir que nada les impida hacer una obra cabal antes que sea demasiado tarde para siempre.—Carta 51, 1886. {EUD 162.1}
La reforma debe acompañar al reavivamiento
Deben producirse un reavivamiento y una reforma bajo el ministerio del Espíritu Santo. El reavivamiento y la reforma son dos cosas diferentes. El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento de las facultades de la mente y el corazón, una resurrección de la muerte espiritual. La reforma significa una reorganización, un cambio en ideas y teorías, en hábitos y prácticas. La reforma no producirá el buen fruto de justicia a menos que esté conectada con el reavivamiento del Espíritu. El reavivamiento y la reforma han de hacer su obra designada, y al hacerlo, deben fusionarse.—The Review and Herald, 25 de febrero de 1902. {EUD 162.2}
Debemos desechar toda lucha y disensión
Cuando los obreros tengan un Cristo que more permanentemente en sus almas, cuando todo egoísmo esté muerto, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando se santifiquen a sí mismos, de modo que se vea y sienta el amor mutuo, entonces las lluvias de graciadel Espíritu Santo vendrán sobre ellos tan ciertamente como que la promesa de Dios nunca faltará en una jota o tilde. Pero cuando es rebajada la obra de otros, para que los obreros puedan mostrar su propia superioridad, demuestran que su propia obra no lleva la señal que debiera. Dios no puede bendecirlos.—Mensajes Selectos 1:206 (1896). {EUD 162.3}
Si subsistimos en el gran día del Señor, con Cristo como nuestro refugio y nuestra fortaleza, debemos abandonar toda envidia y toda contienda por la supremacía. Debemos destruir completamente la raíz de estas cosas impías para que no puedan surgir de nuevo a la vida. Debemos ponernos plenamente del lado del Señor.—Cada Día con Dios, 258 (1903). {EUD 163.1}
Desechen los cristianos todas las disensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición prometida, y ella les vendrá.—Joyas de los Testimonios 3:211 (1904). {EUD 163.2}
El cristianismo se ha de revelar en el más tierno afecto mutuo […]. Cristo ha de recibir supremo amor de parte de los seres que ha creado. Y requiere que el hombre fomente una consideración sagrada por sus prójimos. Cada alma salvada lo será por el amor que comienza con Dios. La verdadera conversión es un cambio del egoísmo al amor santificado para Dios y al amor mutuo entre los hombres.—Mensajes Selectos 1:134-135 (1901). {EUD 163.3}
Los atributos que Dios más aprecia son la caridad y la pureza, y debieran ser estimados por todo cristiano.—Testimonies for the Church 5:85 (1882).{EUD 163.4}
El argumento más poderoso en favor del Evangelio es un cristiano amante y amable.—El Ministerio de Curación, 373 (1905). {EUD 163.5}
Se requiere una entrega total
Dios no aceptará nada menos que una entrega sin reservas. Los cristianos indiferentes y pecaminosos nunca podrán entrar en el cielo. No encontrarían felicidad en él, porque no saben nada de los principios elevados y santos que gobiernan a los miembros de la familia real. El verdadero cristiano mantiene abiertas hacia el cielo las ventanas del alma. Vive en compañerismo con Cristo. Su voluntad se conforma a la de Cristo. Su mayor deseo es llegar a ser más y más semejante a él.—The Review and Herald, 16 de mayo de 1907. {EUD 163.6}
No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo “así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filipenses 2:13. Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu.—El Deseado de Todas las Gentes, 626 (1898). {EUD 164.1}
Hay que despejar el camino para la lluvia tardía
Vi que nadie podrá participar del “refrigerio” a menos que haya vencido todas las tentaciones y triunfado del orgullo, el egoísmo, el amor: al mundo y toda palabra y obras malas. Por lo tanto, debemos acercarnos más y más al Señor y buscar anhelosamente la preparación necesaria que nos habilite para permanecer firmes en la batalla, en el día del Señor.—Primeros Escritos, 71 (1851). {EUD 164.2}
Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés.—Joyas de los Testimonios 2:69 (1882). {EUD 164.3}
No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el camino quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia decaída y una congregación impenitente […]. Cada tentación, cada influencia opositora, ya sea manifiesta o secreta, puede ser resistida con éxito, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6.—Mensajes Selectos 1:144-145 (1887). {EUD 164.4}
Vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del Espíritu Santo.—Mensajes Selectos 1:223 (1892). {EUD 164.5}
Convertíos en obreros activos en el servicio de Cristo
Cuando las iglesias lleguen a ser iglesias vivientes y laboriosas, se les dará el Espíritu Santo en respuesta a su sincero pedido […]. Entonces se abrirán las ventanas del cielo para los aguaceros de la lluvia tardía.—The Review and Herald, 25 de febrero de 1890. {EUD 165.1}
El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ilumina toda la tierra con su gloria, no acontecerá hasta que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos hayamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu; pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios.—Servicio Cristiano Eficaz, 314 (1896). {EUD 165.2}
Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones providenciales del Señor de los ejércitos.—Joyas de los Testimonios 3:308 (1909). {EUD 165.3}
“Mantener limpio el recipiente y ponerlo boca arriba”
No necesitamos preocuparnos por la lluvia tardía. Todo lo que debemos hacer es mantener limpio el recipiente y ponerlo hacia arriba, listo para recibir la lluvia celestial, y perseverar en oración: “Haz que la lluvia tardía llene mi vasija. Que la luz del ángel glorioso que se une con el tercer ángel brille en mí: dame una parte en la obra; déjame proclamar el mensaje; permíteme ser el colaborador de Jesucristo”. Al buscar así a Dios, permítanme decirles que él está permanentemente preparándolos, dándoles su gracia.—Alza tus Ojos, 281 (1891). {EUD 165.4}
La respuesta puede venir con celeridad repentina y con poder abrumador, o puede demorarse por días y semanas, y nuestra fe ser probada. Pero Dios sabe cómo y cuándo contestar nuestra oración. Nuestra parte del trabajo es ponernos en conexión con el canal divino. Dios es responsable por su parte del trabajo. Fiel es el que ha prometido. El asunto grande, e importante para nosotros es ser de un corazón y mente, desechando toda envidia y malicia y, como humildes suplicantes, velar y esperar. Jesús, nuestro Representante y Cabeza, está listo para hacer por nosotros lo que hizo por los que estaban orando y velando en el Día de Pentecostés.—The Spirit of Prophecy 3:272 (1878). {EUD 165.5}
No tengo ningún tiempo específico del cual hablar, cuando se efectuará el derramamiento del Espíritu Santo, cuando descenderá del cielo el ángel poderoso y se unirá con el tercer ángel en la terminación de la obra en este mundo. Mi mensaje es que nuestra única seguridad radica en estar listos para el refrigerio celestial, con nuestras lámparas despabiladas y encendidas.—Mensajes Selectos 1:225 (1892). {EUD 166.1}
No todos recibirán la lluvia tardía
Se me mostró que si el pueblo de Dios no hace esfuerzos de su parte, sino que espera que el refrigerio descienda sobre ellos y elimine sus faltas y corrija sus errores; si depende de eso para limpiarse de la inmundicia de la carne y del espíritu, y alistarse para participar en el fuerte clamor del tercer ángel, será hallado falto.—Testimonies for the Church 1:619 (1867). {EUD 166.2}
¿Esperamos ver que se reavive toda la iglesia? Ese tiempo nunca llegará. Hay personas en la iglesia que no están convertidas y que no se unirán a la oración ferviente y eficaz. Debemos hacer la obra individualmente. Debemos orar más y hablar menos.—Mensajes Selectos 1:142 (1887). {EUD 166.3}
Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu Santo sea derramado, los que no recibieron y apreciaron la lluvia temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía.—Testimonios para los Ministros, 399 (1896). {EUD 166.4}
Solo los que estén viviendo a la altura de la luz que tienen, recibirán más luz. A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazonesde los que están en torno de nosotros, pero no lo percibiremos ni lo recibiremos.—Testimonios para los Ministros, 507 (1897). {EUD 166.5}
Los que no hacen esfuerzos decididos, sino que simplemente esperan que el Espíritu Santo los fuerce a obrar, perecerán en las tinieblas. No habéis de sentaros tranquilamente y permanecer ociosos en la obra de Dios.—Servicio Cristiano Eficaz, 283 (1903). {EUD 167.1}
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado
Comentarios
Comentarios
Deja un comentario