COMO ENTENDER EL PLAN DE LA SALVACIÓN
25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.(Gen.2:25)
7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.(Gen.3:7-8)
La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, esta vestimenta de luz continuó revistiéndolos. – {PP 25.1}
La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre celestial. Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó. Desnudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los mantos celestiales cosiendo hojas de higuera para cubrirse. – {PVGM 252.3}
Esto es lo que los transgresores de la ley de Dios han hecho desde el día en que Adán y Eva desobedecieron. Han cosido hojas de higuera para cubrir la desnudez causada por la transgresión. Han usado los mantos de su propia invención; mediante sus propias obras han tratado de cubrir sus pecados y hacerse aceptables a Dios. – {PVGM 252.4}
Pero esto no pueden lograrlo jamás. El hombre no puede idear nada que pueda ocupar el lugar de su perdido manto de inocencia. Ningún manto hecho de hojas de higuera, ningún vestido común a la usanza mundana, podrán emplear aquellos que se sienten con Cristo y los ángeles en la cena de las bodas del Cordero. – {PVGM 253.1}
Unicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede hacernos dignos de aparecer ante la presencia de Dios. Cristo colocará este manto, esta ropa de su propia justicia sobre cada alma arrepentida y creyente. “Yo te amonesto—dice él—que de mí compres… vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez”. [4]Apocalipsis 3:18. – {PVGM 253.2}
Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana. Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos a nosotros este carácter. “Como trapos asquerosos son todas nuestras justicias”. Isaías 64:6 (VM). Todo cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el pecado. Pero el Hijo de Dios “apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él”. Se define el pecado como la “transgresión de la ley”. 1 Juan 3:5, 4. Pero Cristo fue obediente a todo requerimiento de la ley. El dijo de sí mismo: “Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón”. Salmos 40:8 (VM). Cuando estaba en la tierra dijo a sus discípulos: “He guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová. – {PVGM 253.3}
Rafael Díaz
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