QUE HACE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL ?
1.Primero intercede
El Santuario celestial es el gran centro de control desde el cual Cristo conduce su ministerio sacerdotal a favor de nuestra salvación. Se nos dice que “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). Por lo tanto, nos anima a que nos acer- quemos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
2. Hace una obra de Juicio
La hora del juicio. Tanto Cristo como el Padre participan en el juicio inves- tigador. Antes de volver a esta tierra en “las nubes del cielo”, Cristo como “Hijo del hombre” ‘viene con las nubes del cielo” hasta “el Anciano de días”, Dios el Padre, y se presenta delante de él (Daniel 7:13). Desde su ascensión, Cristo ha actuado como Sumo Sacerdote, nuestro intercesor delante de Dios (Hebreos 7:25). Pero en esta ocasión, viene para recibir el reino (Daniel 7:14).
La visión de Daniel indicaba que el papel de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote se haría especialmente prominente hacia “el tiempo del fin” (Daniel 8:17), cuando nuestro Salvador comenzaría su obra especial de purificación y juicio además de su ministerio intercesor continuo (Hebreos 7:25). La visión especifica cuándo Cristo comenzaría este ministerio antitípico del Día de la Expiación —la obra del juicio investigador (Daniel 7) y la purificación del Santuario—: “Hasta 2.300 tardes y mañanas; luego el Santuario será purificado” (Daniel 8:14).
Por cuanto la visión se refiere al tiempo del fin, el Santuario a que alude no puede ser terrenal, ya que este fue destruido en el año 70 de nuestra era. La profecía, por lo tanto, debe referirse al Santuario del nuevo pacto que está en el cielo, el lugar en donde Cristo ministra a favor de nuestra salvación.
Si bien es cierto que vivimos en el período pavoroso del día antitípico de la expiación(ver Apoc.14:7), no necesitamos temer. Jesucristo, en su doble capacidad de Sacrificio y Sacerdote, ministra a favor nuestro en el Santuario celestial. “Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gra- cia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16).
CONCLUSIÓN
Si Azazel representa a Satanás, ¿cómo puede la Escritura (ver Lev. 16:10) conectarlo con la expiación? Así como el sumo sacerdote, después de haber limpiado el Santuario, colocaba los peca- dos sobre Azazel, el cual era cortado para siempre del pueblo de Dios, así también Cristo, después de haber purificado el Santuario celestial, colocará los pecados de su pueblo que hayan sido confe- sados y perdonados sobre Satanás, el cual será eliminado para siempre del mundo de los salvados. “Cuán apropiado es que el acto final del drama de la lucha de Dios con el pecado consista en la co- locación sobre la cabeza de Satanás de todo el pecado y culpabilidad que, habiendo surgido inicialmente de él, trajo tanta tragedia a las vidas de los que ahora están libertados de pecado por la sangre expiatoria de Cristo. Así se cierra el ciclo, y el drama finaliza. Únicamente cuando Satanás, el instigador de todo pecado, sea finalmente quitado, podrá verdaderamente decirse que el pecado ha sido eliminado para siempre del universo de Dios. En este sentido acomodado, podemos com- prender que el chivo emisario tiene una parte en la expiación’ (Lev. 16:10). Una vez que los justos hayan sido salvados, los malvados ‘cortados’ y Satanás quitado de la existencia, sólo entonces, el universo volverá a un estado de perfecta armonía, como lo estaba originalmente, antes que entrara el pecado” (Comentario bíblico adventista, tomo 1, pp. 792, 793).
Por Rafael Díaz
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