“El… hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso”. Eclesiastés 6:2.
La lección que se desprende de la vida de Salomón tiene un sentido moral especial para la vida de quienes están en la edad madura, aquellos que ya descienden la montaña hacia el sol poniente. Vemos y sabemos del caso de jóvenes que vacilan entre lo correcto y lo erróneo, que son indecisos entre los principios bien establecidos y la casi abrumadora corriente de mal que está llevando sus pies hacia la ruina. Pero no esperamos ver inestabilidad e infidelidad en los de edad madura; cuando esperamos que el carácter esté establecido y los principios firmemente arraigados. Aunque hay muchos casos, son la excepción y no la regla, como fue el caso de Salomón… Cuando su fortaleza debió ser firme, se lo halló el más débil de los hombres…
Debemos preguntarnos a cada paso, “¿Es este el camino del Señor?” Mientras dure la vida es preciso resguardar los afectos y las pasiones con un propósito firme.
Hay corrupción interna; hay tentaciones externas; y siempre que deba avanzar la obra de Dios, Satanás hará planes para disponer las circunstancias de modo que la tentación sobrevenga con poder aplastante sobre el alma. Mientras dure la vida es preciso resguardar los afectos y las pasiones con un propósito firme…
Muchos han cerrado sus ojos al peligro y avanzaron en su propio camino, infatuados, engañados por Satanás hasta que cayeron bajo las garras de la tentación.
Entonces, se entregaron a la desesperación. Esta es la historia de Salomón. Pero, aun para él hubo auxilio. Se arrepintió genuinamente de su vida de pecado y encontró la ayuda necesaria. Nadie debiera aventurarse como él en la senda del pecado, guiado por la fatua esperanza de que podrá recuperarse. Sólo a riesgo de una pérdida infinita puede alguien buscar solaz en el pecado. No obstante, nadie que haya caído debiera entregarse a la desesperación…
El abuso de los nobles talentos que se evidencian en el caso de Salomón debiera ser una advertencia para todos. Sólo la bondad implica verdadera grandeza. Cada uno ha de legar una herencia para bien o para mal. En la cumbre del sector sur del Monte de los Olivos estaba el monumento a la apostasía de Salomón… Josías, el joven reformador, en su celo religioso destruyó esas imágenes de Astarot, Quemos y Moloc; pero los fragmentos rotos y las masas de ruinas quedaron frente al monte Moriah donde estaba el templo de Dios. Cuando los forasteros preguntaban a las generaciones posteriores:
“¿Qué significan estas ruinas delante del templo del Señor?”, se les contestaba: “Allí está el monte del Delito de Salomón, donde edificó altares para el culto a los ídolos a fin de agradar a sus esposas paganas”.—Carta 8b, 1891.
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