43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo Hoy : estarás conmigo en el paraíso.( Lc.23:43 Vesion RV 2000)

Te digo que hoy estarás. Según el texto griego, Jesús literalmente dijo: am’n soi légÇ s’meron met’ emóu és’ en tÇ paradéisÇ; esto es: “De cierto te digo hoy conmigo estarás en el paraíso”. El texto griego se escribió -según se acostumbraba entonces- sin signos de puntuación, y la conjunción “que” es una añadidura que se ha hecho en no pocas versiones, especialmente en castellano.

Según el texto griego, el adverbio “hoy” podría modificar tanto al verbo “digo” como al verbo “estarás”. Por lo tanto, lo que necesitamos saber es si Jesús quiso decir “te digo hoy” u “hoy estarás”. Y para poder saber cuál es la enseñanza correcta es necesario que descubramos las respuestas de la Biblia a las siguientes preguntas: (1) ¿Qué es el paraíso? (2) ¿Fue Jesús al paraíso el mismo día en que murió? (3) ¿Qué enseñó Jesús acerca del momento cuando los seres humanos recibirán la recompensa en el paraíso? La primera pregunta se responde en el comentario de la palabra “paraíso”; la segunda y la tercera se contestan en el comentario a la palabra “conmigo”.

Conmigo. En la víspera de la traición -menos de 24 horas antes de hacer esta promesa al ladrón- Jesús había dicho a los doce: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay;… voy, pues, a preparar lugar para vosotros… Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (ver com. Juan 14: 1-3). Sin embargo, tres días más tarde, Jesús le dijo a María: “Aún no he subido a mi Padre” (Juan 10: 17). Es, pues, evidente que Jesús ni fue al paraíso ni estuvo en el paraíso el día de su crucifixión. Por lo tanto, el ladrón no podría haber estado con Jesús en el paraíso.

Paraíso. Gr. parádeisos, transliteración de la palabra persa pairidaeza, “lugar cercado”, “parque”, donde había árboles y donde con frecuencia se tenían animales para la caza. Estaba cercado de muros y algunas veces había torres para los cazadores. La palabra hebrea equivalente, pardes, tomada también del persa, se traduce como “bosque” (Neh. 2:8) y “jardín” (Ecl. 2: 5). En la LXX, el jardín del Edén es el “paraíso” del Edén (ver com. Gén. 2: 8) y la palabra parádeisos aparece comúnmente donde en español se emplea la palabra “huerto” (Heb. gan). Ver Gén. 3: 1; Isa. 51: 3; Joel 2: 3; etc.

La palabra parádeisos aparece en el NT sólo en Luc. 23: 43; 2 Cor. 12: 4; Apoc. 2: 7. En 2 Cor. 12: 2-4 la palabra “paraíso” es evidentemente sinónimo de “cielo”. Que Pablo no se refiera a un paraíso terrenal es muy claro, porque para él son una misma cosa ser arrebatado al “cielo” y ser arrebatado al “paraíso”. Según Apoc. 2: 7 el “árbol de la vida” aparece “en medio del paraíso de Dios”, mientras que en Apoc. 21: 1-3, 10; 22: 1-5 el árbol de la vida aparece junto con la tierra nueva, la nueva Jerusalén, el río de la vida y el trono de Dios. No hay, pues, duda alguna de que en el NT parádeisos es siempre sinónimo de “cielo”.

Cuando Jesús le aseguró al ladrón que tendría un lugar con él en el “paraíso”, estaba refiriéndose a las “muchas moradas” de la casa de su Padre, y al momento cuando se reuniría con los suyos (ver com. Juan 14: 1-3). A través de todo su ministerio Jesús había declarado específicamente que recompensaría “a cada uno conforme a sus obras” cuando volviera “en la gloria de su Padre con sus ángeles” (ver com. Mat. 16: 27). Y sólo en ese momento invitará a los salvados de la tierra a que hereden el reino preparado para ellos “desde la fundación del mundo” (ver Mat. 25: 31, 34; cf. Apoc. 22: 12). Pablo enseñó que los que duermen en Jesús saldrán de 856 sus tumbas cuando Cristo venga por segunda vez (1 Cor. 15: 20-23), y entonces recibirán la inmortalidad (vers. 51-55). Los justos resucitados y los justos que estén vivos serán entonces arrebatados “para recibir al Señor en el aire, y así” estarán “siempre con el Señor” (1 Tes. 4: 16-17). El ladrón estará con Jesús en el “paraíso”, pero será después de la resurrección de los justos, la cual ocurrirá en la segunda venida del Señor.

Ya se señaló que en el texto griego de este pasaje no están ni la conjunción “que”, ni la coma, ni los dos puntos que aparecen en no pocas versiones. Es evidente que tanto la conjunción “que” como la coma o los dos puntos responden a lo que entienden los traductores y revisores de la RVA, de la RVR y otras versiones acerca del estado de los muertos. Ni Jesús ni los escritores del NT creían ni tampoco enseñaban -ya lo hemos señalado- que los muertos van al paraíso inmediatamente después de morir. Alterar este versículo añadiendo una conjunción o signos de puntuación inexistentes en el texto original,* hace parecer que Jesús contradice lo que él y varios escritores del NT dicen claramente de otros pasajes. La promesa de Jesús al ladrón mientras ambos colgaban en sendas cruces, fue -entendida dentro de las enseñanzas del NT- la siguiente: “Te digo hoy: conmigo estarás en el paraíso” (ver Juan 4: 35-36).

El ladrón no se preocupaba tanto por el momento cuando llegaría al paraíso, sino de que realmente llegara allí. La sencilla declaración de Jesús le aseguró al malhechor que, sin duda, estaría en el cielo, sin importar cuán falto de méritos estuviera ni cuán imposible pareciera que Jesús -que estaba muriendo como si hubiera sido un criminal- pudiera cumplir tal promesa. En verdad, la presencia de Jesús en la cruz fue la que hizo posible tal esperanza.

(CBA)

Rafael Díaz

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