Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Josué 24:15.
Hemos sido comprados con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha. ¡Qué precio es éste, incomparable, infinito!
Pero aunque Cristo nos compró y nos invita a venir a él, aún ejerce el mundo su atracción sobre nosotros, y lucha por obtener el dominio.
¿Triunfarán en el conflicto el amor a Dios o el amor al mundo? Satanás y sus ángeles malos están vigilando toda avenida que conduce al corazón humano, tratando de forzar al alma para que acepte sus malignas sugestiones. El enemigo extiende trampas para ganarnos para el mundo, como las presentó en el desierto de la tentación a Jesús. A menos que dependamos de un poder que esté fuera y por encima de nosotros, el enemigo obtendrá éxito al lograr nuestra ruina.
Pero al mirar a Jesús, al estudiar su vida y su carácter, al desear ardientemente ser semejantes a él, nuestra mente se orientará en la debida dirección, y podrá vencer el egoísmo y elegir una conducta justa. Al mirar a Jesús oiremos una voz que nos dice: “Este es el camino, andad por él”… Al ganar a Cristo, ganamos todo. Jesús nos dice que él será en nosotros “una fuente de agua que salte para vida [162] eterna”.—The Youth’s Instructor, 27 de octubre de 1892.
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